La relación médico-paciente es una de las relaciones profesionales más complejas, ya que en ella se asientan todas las acciones de prevención, diagnóstico, tratamiento y seguimiento de los pacientes.
El diagnóstico de una leucemia mieloide aguda (LMA) puede afectar al paciente en muchos aspectos (biológico, psicológico, familiar, social, etc.), por lo que es muy probable que genere sufrimiento en el ámbito físico, social y moral, y es frecuente que esté asociado a ansiedad, dolor, dependencia y/o discapacidad, sentimientos de indefensión, incomprensión y aislamiento, estigma social y muerte. Debido a esto, el modelo de atención ha evolucionado, desde un modelo biomédico centrado en tratar únicamente la parte física de la enfermedad a uno biopsicosocial que pretende atender y englobar todas las áreas de la vida del paciente, con el objetivo de intentar cubrir todas las posibles necesidades generadas por la situación de enfermedad.
La relación médico-paciente se empieza a formar desde el primer encuentro entre ambos y es, en sí misma, un tipo de relación interpersonal con características únicas.